Fue el pasado 28 de enero cuando leí lo siguiente en la prensa:
Los jóvenes que se hagan autónomos pagarán cuotas a la Seguridad Social de 50 euros durante los primeros seis meses de actividad.
Tras los seis meses de cuotas ‘súper reducidas’, los jóvenes pasarían a pagar 180 euros al mes, hasta los 30 años en el caso de los hombres y hasta los 35, en el caso de las mujeres, tal y como funciona actualmente.
Este anuncio lo hizo la ministra Fátima Báñez. Me pareció una idea fantástica. Pagar 50 € en lugar de lo que se pagaba hasta ahora supone un ahorro y, cómo no, un aliciente para el que emprende.
Pero la segunda parte de la frase me mató. No entiendo por qué las mujeres tendrían 5 años más para pagar cuotas súper reducidas. La palabra «igualdad» saltó de repente en mi cerebro, me indigné, no por lo que allí ponía, que también, sino porque jamás vi a las luchadoras por la igualdad de la mujer salir a la calle a reclamar esta injusticia. Porque ya os digo yo que si esto hubiera sido al revés, habrían pedido la cabeza de la ministra y su inmediata dimisión.
Creo que se debe luchar por la igualdad de la mujer, aún hay mucho que conseguir, pero por favor seamos coherentes. ¿O es que sólo alzamos la voz cuando la no nos conviene no nos conviene, y callamos —y el que calla ya se sabe que otorga— cuando la desigualdad nos beneficia?
Probablemente penséis que esta es una reflexión absurda e innecesaria, pero creo que debemos pensarlo fríamente y decidir qué es la igualdad. Para mí esto no lo es.